sábado, 11 de abril de 2009

Dordogna-Perigord

El Perigord es una zona de la región francesa de Aquitania, que ocupa territorio de 3 departamentos: Dordoña, Lot y Garona. Esta comarca se suele dividir en cuatro zonas, reconocibles por sus colores: verde, blanco, negro y púrpura o rojo. Cada una de las zonas merece al menos un día de visita y, sobre todo la negra, dos o más.

El Perigord blanco contiene a la capital de la zona, Perigueux, Villa de Arte e Historia. A nuestra llegada nos sorprendió que el aparcamiento, junto al río, está prácticamente en el centro, a los pies de la suntuosa catedral de Saint-Front con sus llamativas bóvedas. En el dsvío para entrar al aparcamiento vimos un caprichoso edificio sobre un único pilar, tratándose del Viejo Molino. Hicimos un recorrido por la ciudad hasta el barrio de la Cité, viendo la Torre Vesona (museo acondicionado en el solar de una antigua casa romana), la Iglesia semi-derruida de Saint Etienne (construida en el S. XII y destruida en 1577, famosa por sus dos cúpulas), la torre Mataguerre (restos del camino de ronda de las murallas de la ciudad). El pueblo está muy bien, pero llegamos cansados (es nuestra primera etapa) y tras recorrer las callejuelas de la parte vieja, nos retiramos pronto a descansar.

Catedral de Saint-Front desde el aparcamiento junto al río
Catedral de Saint-Front

Callejuela típica del casco antiguo alrededor de la Catedral

Torre Mataguerre

El Viejo Molino

El Perigord verde, situado al norte del blanco, está lleno de bosques (de ahí su nombre). Nos dirigimos en primer lugar a Bourdeilles.

Estacionamos junto al ayuntamiento y atravesamos el majestuoso puente admirando el gran castillo que ocupa la mayor parte del pueblo.












 En el pueblo existen dos castillos de épocas diferentes, situados en una terraza rocosa realzada por una muralla, dominando el río Dronne. La fortaleza feudal ( siglos XIII y XIV) , dominada por un torreón octogonal sin par, de 35 m de altura, comprendiendo 4 pisos abovedados y la vivienda Renacimiento (siglo XVI), con salas de pompa ricamente adornadas
Tras recorrer el pequeño pueblo, nos dirigimos a la siguiente etapa: Brantome.

Este es uno de los pueblos más famosos de la zona. En el mismo pudimos admirar la Abadía benedictina fundada por Carlomagno en  769  y su claustro, la iglesia y su campanario, al que subimos, el famoso puente y las callejuelas por las paseamos mientras pudimos, porque comenzó a llover a mares y tuvimos que refugiarnos en una tasca tradicional. Especialmente llamativas son las grutas excavadas en la parte trasera de la Abadía, con escenas religiosas realmente curiosas.


Abadía y puente





Río Dronne, que rodea la localidad

Abadía
Entrada al puente sobre el Dronne

Iglesia de la Abadía

Grutas excavadas

Claustro ante la Abadía


Panorámica de la Abadía, el puente y el molino

Una vez pasado lo peor, seguimos camino hacia Saitn Jean de Cole. Por el camino vimos el cartel del Chateau de Puyguilhem y no pudimos resistir la tentación de verlo, aunque sólo fuera el exterior.
Chateau de Puyguilhem



Una vez en Saint Jean de Cole admiramos el Chateau de la Marthonie (S. XII-XVI) y la iglesia, pero sobre todo la tranquilidad de sus calles empedradas en un paseo hacia el río (con su Puente Viejo, claro está) en una estampa de lo más bucólico.

Chateau de Marthonie

Iglesia

Chateau

Chateau

El puente viejo

La casa del molinero

En el camino de vuelta vimos carteles del Chateau de Puyguilhem, en Villars, y nos adentramos a verlo, aunque tuvo que ser desde el exterior únicamente.



Ya de regreso, y en las proximidades de Perigueux, vimos desde la carretera el Chateau de l´Eveque, muy bonito, así que tuvimos que hacer un alto y darnos un agradable paseo por la localidad, conformándonos con ver el palacete desde el exterior, al igual que la iglesia de la localidad.



El Perigord negro es el que más nos impactó. Tiene una gran concentración de sitios para visitar, así que el día se nos pasó volando.  Para empezar, nos encaminamos a Les Eyzies, pero por el camino paramos en una impresionante roca al borde de la carretera, Le Grand Roc con sus viviendas incrustadas.

La Grand Roque
Ya en Les Eyzies nos detuvimos para ver las construcciones en la roca y admirar el paisaje alrededor del río.


Casas incrustadas y adosadas a la roca
Desde esta localidad nos dirigimos a La Roque Saint Christophe, una de las grandes sorpresas del viaje. En un paraje impresionante, pudimos ver las construcciones troglodíticas construidas sobre la pared, al estilo de un hormiguero visto en sección, en un ejemplo maravilloso de arquitectura.


Maqueta de la Roca en su época de mayor construcción de viviendas


Maqueta de toda la Roca

Vista de una de las terrazas

Poleas para subir enseres a las terrazas

Escaleras esculpidas entre terrazas


Interior de una de las viviendas
Exterior de una de las viviendas

Vista de las poleas desde la parte baja

A continuación seguimos camino hasta Sarlat, capital de la zona y joya arquitectónica se mire por donde se mire. Precioso pueblo, club del selecto grupo de Villas de Arte e Historia, que no pudimos disfrutar por la pertinaz lluvia que nos seguía. No me atrevo a destacar ningún edificio, porque todo el conjunto es bellísimo: la plaza principal, la iglesia de Santa María y su grandísima  puerta, las callejuelas, Maison de Etienne de la Boetie, la escultura de las ocas, y así en un largo etcétera.



















Desde Sarlat nos dirigimos hacia el sur, visitando cuatro localidades a cual más bonita y espectacular:

Beynac,















Castelnaud,





Domme










y La Roque Gageac, las tres primeras situadas  sobre altos acantilados, mientras que la tercera se sitúa al pie de la roca y adosada a la misma, al borde del río en una fotografía espectacular.








En el último momento supimos de la existencia de Rocamadour, pero teníamos que desviarnos demasiado y lo dejamos para otra ocasión.
Antes de volver a Perigoux vimos el cartel de una gruta llamada Gouffre de Proumeyssac y decidimos visitarla. ¡Qué gran acierto!







Le llaman la catedral de cristal y, a diferencia de las famosas cuevas de Lascaux, situadas no muy lejos de allí, aquí se admiran las estalactitas y estalagmitas en una cueva de unos 50 metros de altura. Im-prezionante. También visitamos la Grotte de Villars, pero no permiten fotos, así que os remito a su página. No es lo mismo, pero sí muy recomendable.

Antes de marcharnos, nos comentaron que había un pueblo cercano digno de verse, Audrix, así que nos acercamos a verlo, cómo no.







Después de un día lleno de imágenes, regresamos a nuestro hotel a descansar.

El último día, ya de regreso, atravesando el Perigord blanco, centramos nuestra visita en la localidad de Bergerac, precioso pueblo de casas con entramado de madera, mundialmente conocida por su hijo más famoso, Cirano de Bergerac. Merece la pena recorrer las calles sin prisa, dar un paseo a la orilla del río Dordoña y comer en alguno  de los restaurantes de la plaza central, junto a la estatua del omnipresente Cirano.

























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