Este fin de semana hemos realizado una salida por la cercana Zuberoa vasco-francesa para visitar la famosa garganta de Kakueta. Está situada en el municipio de Sainte-Engâce, o Urdatx-Santa Grazi en euskera, próximo ya a la frontera franco-española y atravesado por la GR-10, la gran ruta trans-pirenaica.
Como íbamos sin prisa, decidimos dejarnos llevar por el GPS a través de carreteras secundarias. Un deleite para los sentidos, sobre todo para la vista, ya que, aunque acostumbrados al color verde de nuestra Euskadi en el sur, la configuración del terreno en el norte nos iba dejando sin palabras, aumentando la sensación según nos íbamos acercando a los pirineos.
Tras dejar el coche en un parking situado tras atravesar el primer conjunto de viviendas de la localidad, nos dirigimos a pie hasta la entrada, sita a unos 200 metros, tras bajar una fuerte pendiente y llegar a un pequeño restaurante donde nos vendieron las entradas a 5 € por adulto.
Una nueva pendiente y llegamos al comienzo de la ruta ... y del espectáculo.
No es fácil describirlo. Tras un primer tramo entre vegetación, con un fuerte pero corto repecho y su posterior descenso, seguimos el curso del río Uhaitza
Algunas "pequeñas" rocas comienzan a darnos pistas de lo que vamos a encontrarnos más adelante.
Así llegamos a un pequeño túnel que sirve de entrada al verdadero cañon.
Desde ahí, encajado entre impresionantes muros que se pierden a la vista al mirar hacia arriba, se va siguiendo el cauce del río, pero ahora caminamos por encima del mismo a través de diversas pasarelas de madera y pasos tallados en la piedra.
La vegetación es exhuberante, tanto al alcance de la mano con las paredes cubiertas de musgo rezumando agua como en las alturas, donde los árboles se agarran de forma acrobática a cualquier saliente.
El río va formando pozas y cascadas en un auténtico festival que tratamos de atrapar haciendo fotos a diestro y siniestro. Sin embargo, no hay manera de reflejar la majestuosidad del lugar.
Hacia el final del recorrido nos encontramos con una sorpresa final: una cascada de unos 20 metros que surge en medio de una pared vertical, como si surgiera del centro de la tierra. Apoteósico.
Para rematar el recorrido, 200 metros más adelante se encuentra una cueva donde son apreciables estalactitas y estalagmitas, aunque las pequeñas dimensiones de la parte accesible lo reducen a un bonito lugar.
En fin, un fabuloso lugar para pasar el día, incluso con niños a partir de 3-5 años. Un estupendo paseo de unas 2-3 horas (ida y vuelta) para el común de los caminantes, donde no vas a pasar calor, con una frescura muy agradable en los días veraniegos. Se permite llevar perros, pero atados.
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