Aprovechando un viaje con la amatxo a Lourdes, decidimos hacer un poco de turismo de vuelta a casa. Para ello elegimos la ciudad de Pau, miembro del selecto club de las Villas de Arte e Historia. Como no teníamos prisa, decidimos viajar por las carreteras secundarias.
Y ahí llegó la sorpresa del camino. Al llegar a la localidad de Betharram nos encontramos con un conjunto de edificios sorprendentes, insertados en la naturaleza, sin explicación lógica para estar allí. Se trataba del Santuario de Betharram y su famoso Vía Crucis monumental. Logicamente me vi obligado a detenerme a un lado y tomar unas fotos desde la carretera. Prometo que volveré con más tiempo.
Ya en Pau nos dirigimos al casco histórico y en él a la Oficina de Turismo que se encuentra junto al Ayuntamiento, en la Place Royale. Tras ser amablamente asesorados, nos pusimos a recorrer la preciosa zona peatonal, admirando la gran cantidad de edificios antiguos y el ambiente que se respiraba.
Especialmente recomendable es el Chateau de Pau y todo el Boulevard de los Pirineos, balaustrada que te asoma a una magnífica vista de los Pirineos al fondo y que está sembrada de grandes edificios. También merece la pena la Place Clemenceau, sobre todo si quieres hacer compras por la gran concentración de comercios. Y si tienes tiempo, pásate por el Palacio de Beumont, sede del casino.
Ya en Pau nos dirigimos al casco histórico y en él a la Oficina de Turismo que se encuentra junto al Ayuntamiento, en la Place Royale. Tras ser amablamente asesorados, nos pusimos a recorrer la preciosa zona peatonal, admirando la gran cantidad de edificios antiguos y el ambiente que se respiraba.
Especialmente recomendable es el Chateau de Pau y todo el Boulevard de los Pirineos, balaustrada que te asoma a una magnífica vista de los Pirineos al fondo y que está sembrada de grandes edificios. También merece la pena la Place Clemenceau, sobre todo si quieres hacer compras por la gran concentración de comercios. Y si tienes tiempo, pásate por el Palacio de Beumont, sede del casino.
Aunque no era lo previsto, y tras localizar una preciosa plazoleta en la Rue du Chateau donde se ubicaban varios restaurantes, nos quedamos a comer.
Ya de regreso hacia casa, decidimos parar en Hendaya, en el Chateau d´Abbadie (1860-1870). Su propietario, Antoine d´Abbadie, fue astrónomo y explorador, antropólogo y lingüista, miembro de la academia de las Ciencias, siendo evidentes sus gustos en la decoración del palacete, salpicado de curiosas figuras de animales
Tras un agradable paseo, con unas maravillosas vistas sobre la playa de Hendaya y la limítrofe localidad de Hondarribia, pusimos fin al viaje, regresando a casa.