Aprovechando un viaje hacia Mónaco, y siguiendo las recomendaciones de varios amigos, nos detuvimos en la pequeña localidad de Èze, situada entre Niza y el propio Mónaco.
Tras dejar el coche en el parking situado junto a la carretera, subimos a pie al pequeño y antiguo casco urbano. Antes de llegar nos encontramos con la entrada a unos magníficos jardines adornados con esculturas de animales. Supongo que por las fechas en las que estábamos, estaba cerrado pero pudimos verlo desde la parte alta del pueblo.
Se accede al casco urbano a través de una magnífica puerta fortificada del siglo XIV. Dejamos a un lado la iglesia de Nuestra Señora de la Asunción (Notre Dame de l´Assomption) y nos adentramos por las preciosas y estrechas callejuelas del pueblo, todas profusamente adornadas con flores. Creo que no llegamos a ver ni una sola casa de construcción más o menos actual, por lo que te puedes imaginar la vida en el lugar hace muuuuuchos años. Bien es cierto que algunas de las casas han sido adquiridas por un hotel (La Chèvre d´Or) que las alquila como habitaciones del mismo.
Llegando a la parte alta, se llega a una zona de pago, a través de la cual se accede a un espléndido jardín exótico con cactus de todo tipo, todo ello con unas vistas impagables de la Costa Azul francesa, sobre la que está colgada la villa. Me gustaron especialmente las esculturas de mujeres que se encuentran en diversos puntos del jardín.
Situadas en la parte más alta se encuentran las ruinas de un castillo, que nos permite disfrutar de unas vistas de 360 grados tanto hacia la costa como hacia el interior.
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Vista del pueblo
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Plano general |
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Puerta de acceso |
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Iglesia de Ntra. Sra. de la Asunción |
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Jardín que permanecía cerrado |
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Recepción del hotel La Chèvre d`Or |
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Vista del pueblo desde el jardín exótico |
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Vistas del pueblo y de la Costa Azu. Al fondo, Villefranche y Niza |
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Ruinas del castillo |
Aprovechando la proximidad, nos acercamos también a Niza, disfrutando de un agradable paseo por el paseo marítimo desde el puerto, donde aparcamos, hasta el casco viejo, adentrándonos en sus callejuelas y el estupendo ambiente que había por todos lados